jueves, 12 de junio de 2014


Referencias y presencia del Che Guevara
Fecha Martes, 7 de Octubre del 2008 (13:44:40)
Tema Por un mundo mejor

(tomado de La Ventana)

 

Recordando al Ché Guevara

Che Guevara nos aleja todo el tiempo del “encartonamiento” burocrático con que se ha identificado en ocasiones al cuadro y dirigente, de la sujeción a obligaciones formales que atentan contra el ejercicio del criterio y la verdad(1)

por Fernando Luis Rojas

Es muy difícil realizar cualquier acercamiento a la permanencia de Ernesto Guevara, sin rozar —con el peligro de reiterar— las temáticas diversas abordadas en este evento(2). Guerrillas, movimientos sociales, socialismo o economía son terrenos en los que para desarrollar cualquier tesis sobre la vigencia del pensamiento y la acción del Che se requeriría un espacio mayor que este taller. En los últimos años, hablar sobre la vigencia de los grandes ha emergido con algunas visibles y reiteradas tendencias. El empleo de frases sacadas de contexto y traídas a una contemporaneidad diferente ha sido bastante criticado. Los íconos se apropiaron de vallas, muros, artículos y discursos de una forma provocadora.

En el escenario público y político oficial se ha difundido mucho la frase “hasta la victoria siempre” y durante el reciente proceso de apertura de sedes universitarias en los municipios se retomó “que la universidad se pinte de negro, de mulato, de campesino” (3); pero por fortuna con el Che no ha sucedido nada comparable a lo ocurrido con Martí, Maceo y el propio Fidel.

Probablemente la evidencia más agresiva llegue de la mano de la aspiración escolar: la frase “seremos como el Che” se ha diluido en las condiciones de una contemporaneidad que ha traído —desde el punto de vista etario— un temprano privilegio al consumo, falta de rigor académico y un establecimiento del vacío de lo que se proclama como consigna. Existe otro punto cuyo reconocimiento nos ha acompañado durante el taller; se trata de las zonas de silencio en el conocimiento —por su no abordaje o falta de profundidad— de su vida y su obra.

La historia de la imagen del Che es otra cosa. Recomiendo la lectura de un análisis exhaustivo del asunto realizado por Fernando Martínez Heredia en su texto El Che Guevara: los sesenta y los noventa(4).

El rigor y la profundidad del Che han establecido como su principal espacio de utilización referencial los artículos y trabajos periodísticos generalmente publicados en los llamados medios alternativos.

Curiosamente, a pesar del misterio que ha sido para la gente en Cuba y lo insuficientemente conocidas que son sus ideas y aportes reales o potenciales a la construcción del proyecto cubano, Ernesto Guevara siempre es visto como un rebelde, un enemigo de los formalismos y los dogmas —aunque haya asumido algunos—, un permanente esquivo de los oficialismos. Así ha quedado en el imaginario popular, al menos, cuando los cubanos y sobre todo los jóvenes, se preocupaban por hablar y debatir estos temas.

El peligro está en convertirlo en la credencial, el pase para engrosar una “equilibrada” lista de quienes conjugan compromiso y crítica; sobre todo, en una época en que la exaltación revolucionaria y anticapitalista han disminuido en Cuba —sabiendo que eran estos—, elementos que afianzaban el establecimiento mítico y/o referencial de Ernesto Guevara.

Hay otra línea más reciente. Con los noventa y la experiencia del derrumbe del proyecto soviético, en Cuba se inició un proceso —muy insuficiente— de trabajo con la historia que promovía entre otras cosas el acercamiento de los mártires al cubano común, su humanización. Ello se expresó a través de algunas autoridades, instituciones relacionadas con las Ciencias Sociales y sobre todo, en las instituciones educativas.

Se partía de las preocupaciones por no sesgar la historia, mitificar a sus protagonistas, sobredimensionar el papel de la personalidad por sobre las masas, dejar vacíos significativos por conveniencias políticas. En algunas ocasiones esos intentos derivaron en una superficial vulgarización, consistente en revelar sucesos de carácter personal —interesantes— pero que al cargarles la mano hacían muy poco favor a las necesidades de profundización en los terrenos ideológico y cultural que nos plantearon los años noventa. En esta etapa se hizo presente la idea de tomar de las personalidades más significativas de la historia su espíritu, las formas de actuar en condiciones difíciles.

Hasta aquí, dos tendencias cuyos efectos serían letales en uno de los momentos en que la Revolución Cubana más ha necesitado del Che.

Mucho se ha hablado de las significativas transformaciones ocurridas en el mundo entre finales de los 80 e inicios de los 90 del pasado siglo, cuyos efectos se mantienen hoy y han tocado con singular fuerza los terrenos de la economía, la política y la ideología. En Cuba, sin embargo, el clímax del impacto de esos cambios —sobre todo en el terreno ideológico— se postergó durante tres lustros y se manifiesta en la actualidad.

Ello pudiera parecer contradictorio cuando se ha producido una paulatina recuperación de los indicadores macroeconómicos y se declaró una ofensiva en el terreno cultural e ideológico nombrada “Batalla de Ideas”. Sin embargo, a escala social se han agudizado fenómenos que, de no atenderse con rapidez, podrían tributar a un cambio del paradigma de proyecto en Cuba.

No es objetivo de esta intervención realizar un acercamiento a la realidad cubana actual, aunque ello ayudaría a una acertada interpretación de la mencionada necesidad del Che. Considero suficiente aceptar la complejidad del momento que atraviesa la Revolución.

Hace unas semanas, en el Seminario por el 50 Aniversario de la Revolución Cubana se hablaba de la importancia que tiene —en el esencial terreno cultural— para nuestro proyecto socialista la transmisión de un método que contenga la doble condición de aportar experiencias y ofrecer un espacio de renovación bajo la concepción pedagógica de “aprender haciendo”. No se trata —como se identificó allí— de aportar un bloque de conocimientos aislados, atemporales; como una vulgar cesión que reproduzca en tiempos nuevos fórmulas arcaicas.

Es por ello que mencionaré algunos aportes de Ernesto Guevara, que permitan redondear las ideas de esta exposición, esforzándonos por insistir en aquellos menos abordados en este Taller.

La articulación de la confianza en lo que se está haciendo, de manera tal que contribuya a impulsarlo, rompiendo el temor a la fundación y al alejamiento de lugares comunes, con una persistente duda sobre lo correcto o perfectible de cada paso, que permita rectificar a tiempo. La falta de equilibrio entre estos elementos conduce al inmovilismo: la amenaza mayor para el cisma que son las revoluciones.

Relacionado con este elemento, resulta útil mencionar como aristas de la articulación entre teoría y práctica que marcó la actividad del Guerrillero Heroico, la preocupación por la validación experimental de sus ideas —sobre todo en temas económicos y de administración de empresas— y el acompañamiento de la crítica con la propuesta de alternativas; sin que esto tenga que excluir la atención al discurso de quienes solo logran identificar los problemas.

La visión sobre quién debe erigirse en evaluador de la gestión de las estructuras de dirección, dirigentes, organizaciones, gobierno: la masa, las personas establecidas a nivel de base partiendo de su condición individual. Este tema pasa por el de la participación, sin dudas más abarcador, que no nos hemos propuesto desarrollar aquí. Solo mencionar que en Cuba se ha establecido la práctica de evaluar los resultados de trabajo en reuniones u otros espacios limitados al que asisten casi siempre dirigentes, conocedores de las interioridades de los aspectos discutidos y a un tiempo juez y parte. Ciertamente estamos hablando —como han señalado varios investigadores— de un hombre que encarnó la primacía del proyecto sobre el poder en el proceso revolucionario, lo que marca una perspectiva desde lo colectivo.

La idea que en ocasiones no es favorable la correlación de fuerzas y eso impone un reordenamiento táctico(5). Este es un tema clave para la contemporaneidad cubana, particularmente en los terrenos ideológico y cultural. Como se mencionaba anteriormente, al hablar de “la agudización de fenómenos a escala social que podrían tributar a un cambio del paradigma de proyecto” toca a la puerta la certeza de que la coyuntura desfavorable conocida como “Período Especial” se ha convertido para algunos —sobre todo los jóvenes, que por cierto, cada vez utilizan menos el eufemístico término— en su experiencia del proyecto. La “coyuntura” ya representa más de la tercera parte de la época de la Revolución en el poder.

Es necesario realizar una evaluación objetiva de la correlación de fuerzas en terrenos como patrones de consumo, establecimiento de amistades e incluso búsqueda de pareja; intereses migratorios, satisfacción profesional, expectativas de participación política, entre otros. Quizás se trate de dotar de un carácter más vinculante las investigaciones en el terreno de las Ciencias Sociales. Esto es tema: el lugar de las Ciencias Sociales en la construcción de nuestro proyecto, para otro espacio más amplio y profundo, que podría vincularse también —por sus experiencias— con aportes prácticos del Che.

En estrecha relación con lo anterior, está la importancia del trabajo ideológico. Su concepción orgánica, con claridad de los fines, diagnóstico de las condiciones en que se desarrolla, precisión de acciones con carácter procesal y evaluación de su pertinencia, coordinación institucional y organizacional; o lo que es igual, alejamiento de la emergencia, destierro de concepciones parcelarias, disminución de optimismos infundados. Creo que es un tema fundamental, que conecta con la atrevida aspiración de “saber” —así, sin cualidad, solo “saber”— al Che hoy en los jóvenes.

En las palabras de Osvaldo Martínez al presentar el libro “Apuntes críticos a la Economía Política” de Ernesto Guevara, texto publicado en junio de 2006; se habla —aludiendo a la experiencia de la URSS— sobre el papel impulsador de la superestructura en la regresión al capitalismo a partir de la saturación de ideas mercantiles y expectativas consumistas. Este referente afianza el principio de ser activos en la defensa del Socialismo y para ello resulta vital desplegar una intensa actividad política. Tal como lo vio el Che, hoy también corresponde a las organizaciones políticas y de masas que trabajan con los jóvenes el papel principal, por las características de sus miembros y/o radio de acción, los retos que tienen y los vacíos existentes en materia de gestión.

De las cuestiones más telúricas que recibí fue su renuncia a las responsabilidades en la dirección del partido y el gobierno cubanos y su compromiso con la lucha de liberación en otros países. Más allá del dolor y la vergüenza por no acompañarlo como aquí se ha mencionado —quizás el equivalente para nosotros serían las lamentaciones por no ser sus coetáneos— esta actitud me establecía permanentemente la profunda confianza en que la Revolución Cubana es y debe continuar siendo una obra colectiva.

Con su partida a África estableció la idea —aunque no se haya sistematizado y no haya sido intencional— de combatir cualquier intento por presentar como “imprescindibles” a los principales actores del proceso cubano. Constituye la expresión práctica de eso que nos ha dicho Fidel: “hemos hecho una Revolución más grande que nosotros mismos”.

Che es portador de una dinámica y profundidad extraordinaria en lo que pudiéramos llamar un esfuerzo por barrer los falsos límites del cuadro político. Con su participación en las polémicas establecidas en los años 1963 y 1964, su mencionada renuncia al poder, el desarrollo de ideas críticas al modelo soviético siendo dirigente de un país con importantes relaciones con la URSS; nos aleja todo el tiempo del “encartonamiento” burocrático con que se ha identificado en ocasiones al cuadro y dirigente, de la sujeción a obligaciones formales que atentan contra el ejercicio del criterio y la verdad.

A la vez, en su carta de despedida reconoce las limitaciones de Fidel para incorporarse directamente —desde el punto de vista físico— a las experiencias de los movimientos de liberación de otros países por su papel al frente de la Revolución Cubana, proceso erigido en asidero para una parte considerable de estos movimientos; otra evidencia de que no se trata de una posición festinada, que desconoce la magnitud de las obligaciones adquiridas cuando los revolucionarios llegan al poder y les toca construir el proyecto que los impulsó a tomarlo. Este legado se fortalece al entender que no hablamos de un anarquista, sino de un hombre que valoraba seriamente el lugar primordial que ocupaba en el cambio revolucionario la estructuración de una nueva institucionalidad.

Ha sido una constante en este taller referirnos a la integralidad y multiplicidad de dimensiones del pensamiento guevariano; por eso se convierte en una amenaza disgregar sus planteamientos y ese pensamiento de manera que pueda manipularse a favor de la derecha o en nombre de la izquierda. Los principios que defendió fueron expresados de forma clara y transparente, resulta un dogma intentar aplicar sus ideas a cualquier coyuntura(6). Constituye esta una enseñanza que puede tributar incluso a las conclusiones que podemos obtener, a lo que podemos hacer. Multiplicar la impronta del Che no puede convertirse en un esfuerzo aislado, forma parte de acciones integradoras en los campos de su desarrollo: la educación popular, la formación ideológica, la influencia en los jóvenes.

Este espacio ha trascendido los sesenta. El Che Guevara sigue siendo necesario, no para venerarlo, sino para aprender y aprehenderlo. En sus 80 años nos apura, porque el mundo nos deja menos tiempo para ser mejores.

------------------------------------

Notas

1.- Fragmentos de este trabajo fueron comentados en el taller “El poder y el proyecto. La vida de Ernesto Guevara 80 años después” organizado por el Centro Juan Marinello en julio de 2008.

2.- Se refiere al mencionado taller organizado por el Centro Juan Marinello.

3.- Discurso al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad Central de Las Villas el 28 de diciembre de 1959.

4.- Tomado de El corrimiento hacia el rojo, de Fernando Martínez Heredia. Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2001.

5.- Kohan, Néstor: Ernesto Guevara: una reflexión de largo aliento. www.rebelion.org .

6.- Sobre este tema puede consultarse el prefacio realizado por Néstor Kohan a Ernesto Che Guevara hombre y sociedad. El pensamiento económico del Che de Carlos Tablada Pérez, publicado en la revista digital Rebelión con el título Ernesto Guevara: una reflexión de largo aliento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agregue un comentario