viernes, 26 de septiembre de 2014

Diálogo abierto con Eusebio Leal

Por: Salim Lamrani

Eusebio Leal Spengler es el historiador de La Habana. Doctor en Ciencias Históricas de la Universidad de La Habana, es un personaje reconocido mundialmente por su obra a favor de la preservación del patrimonio histórico de la capital cubana.

También Presidente de la Comisión Nacional de Monumentos, Embajador de Buena Voluntad de las Naciones Unidas y diputado del Parlamento unicameral cubano, Leal está encargado desde 1981 de la restauración y la preservación del Centro Histórico de La Habana, el mayor centro colonial de América Latina, Patrimonio de la Humanidad desde 1982.

Tras el desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991 y el advenimiento del Periodo Especial en Tiempos de Paz, Cuba se hundió en una profunda crisis económica. Leal estuvo encargado entonces de continuar la obra de restauración del Centro Histórico con recursos muy limitados. A la cabeza de la Dirección del Patrimonio Cultural, nueva institución creada a tal efecto, consiguió cierta autonomía en la gestión de la Oficina del Historiador por parte de las autoridades.

Leal ha transformado la institución en una verdadera red económica y cultural con hoteles, restaurantes, tiendas, museos y talleres de construcción y restauración, capaces de generar los fondos necesarios para la preservación del Centro Histórico. Los resultados han sido espectaculares y le han valido fama mundial.

En estas conversaciones, Leal evoca su ciudad y la gestión autónoma de la cual se beneficia su institución. Aborda la cuestión de las relaciones con Estados Unidos y de las sanciones económicas, el desarrollo del turismo en Cuba, las reformas socioeconómicas y la Cuba de mañana.

Salim Lamrani: Eusebio Leal, usted es el historiador de La Habana. ¿Qué representa esta ciudad?

Eusebio Leal: La Habana es una ciudad sumamente atractiva. Este magnetismo surge de su historia y de su posición geográfica. Es una ciudad bella que seduce por varios motivos. No está en fase con su tiempo y conserva toda una serie de valores y una identidad propia en el seno mismo de la identidad cubana. La Habana desempeñó un papel importante en la historia de la construcción de la identidad nacional, del carácter nacional, en las luchas por la independencia, en las batallas que lideraron el estudiantado y los trabajadores. Esta ciudad también es una reserva patrimonial impresionante. La Revolución Cubana sin duda contribuyó a que La Habana preservara su patrimonio arquitectónico, a que de algún modo permaneciese inmóvil. Pero se trata sólo de una inmovilidad aparente. Cuando uno penetra en la ciudad, siente de inmediato la vida que reina allí y que sólo espera a ser descubierta.

SL: ¿Cuál es el papel de la Oficina del Historiador de La Habana?

EL: Las primeras medidas tuvieron como objetivo preservar el patrimonio arquitectónico, en peligro de desaparición por su estado de descalabro. Pero salimos del marco convencional de preservación de monumentos y el tiempo nos convenció de la idea según la cual no podía existir desarrollo patrimonial sin un desarrollo social y comunitario. También llegamos a la conclusión que el desarrollo sólo era posible si tomaba en cuenta la cultura. Era importante asumir la cultura como valor movilizador, no en un sentido elitista, sino en su papel de vanguardia, de cambio, de transformación, de búsqueda del pasado y del futuro.

SL: ¿Podría hablarnos un poco del sistema económico vigente en La Habana Vieja?

EL: Al inicio, todo era bastante convencional. Recibíamos un presupuesto del Estado.

Luego llegó un momento en el que tuvimos la idea peregrina de que organismos como la UNESCO podían participar en el esfuerzo de preservación patrimonial. También elaboramos pequeñas colaboraciones internacionales que apreciamos mucho.

Nos interesan todos los actos de solidaridad. A veces nos mandan libros de arquitectura, tratados de restauración. Todo ello es muy positivo pero sería imposible preservar nuestra riqueza patrimonial y cultural sólo con gestos de solidaridad.

SL: ¿En qué momento empezó todo?

EL: Cuando surgió la gran crisis que siguió al desmoronamiento del campo socialista, Fidel Castro subrayó la necesidad de que el proyecto de La Habana Vieja se realizara con la creación de un modelo de gestión autónomo y sostenible, que fuera capaz de generar sus propios recursos, previendo que un día llegaría el turismo a Cuba. Era importante entonces crear el mecanismo, que era doble. La Oficina del Historiador es una institución muy antigua y muy prestigiosa de la cultura, especializada en temas de la ciudad, que tenía un sistema de ciclos de conferencias, una pequeña estructura de publicaciones, un programa televisivo y radial y un museo, el Museo de La Habana. Entonces decidimos primero dar una personalidad jurídica a esta entidad con capacidad para poseer patrimonio. Se entregaron entonces a la Oficina del Historiador todos los terrenos y edificios de La Habana Vieja que pertenecían al Estado. Este conjunto inmobiliario podía ser fuente de riqueza. Luego el sistema bancario abrió una línea de créditos para la Oficina del Historiador.

SL: ¿Cuál fue el presupuesto inicial?

EL: En octubre de 1994, Fidel Castro nos entregó un presupuesto de un millón de dólares, que era la suma que nos podía dar la República en esos tiempos de crisis. No teníamos que devolver este aporte, pero debíamos invertirlo de tal modo que fuéramos financieramente independientes. Nuestro trabajo debía tener una base económica y financiera autónoma. Tendríamos un marco legal, un apoyo político, pero debíamos alcanzar la autonomía financiera. Dos años después, en 1996, ese millón generó recursos equivalentes a 3 millones de dólares. Hoy, 20 años después, ese millón genera ingresos 100 veces superiores. Esos ingresos sirven ahora para restaurar nuestra ciudad y también para apoyar a la comunidad, a resolver los problemas a los cuales se enfrenta y a integrarla a nuestro proyecto. Compartimos los beneficios con nuestra comunidad con la creación de muchos empleos de diferente índole, con la creación de escuelas- talleres para formar a la juventud y preservar el patrimonio la memoria cultural de Cuba. Logramos librarnos de la angustia de los préstamos bancarios. Nos ocupamos de los ancianos, de los discapacitados, de las mujeres embarazadas, algo que ninguna otra Oficina de restauración patrimonial del mundo realiza. Pienso que la restauración de La Habana Vieja es un capítulo de la Revolución Cubana.

SL: ¿Cuál es el impacto de las sanciones económicas sobre la preservación del patrimonio arquitectural?

EL: Tenemos que importar muchas materias desde muy lejos. La tecnología de la restauración, que implica muchas tecnologías a la vez, sea maquinaria, carpintería, herrería, podría adquirirse sin problema si existiesen relaciones comerciales normales con Estados Unidos, como fue el caso durante siglos. Estamos en una etapa de restauración en que los edificios no se construyen con maderas de los bosques cubanos sino con las de los bosques de Estados Unidos, como el pino del norte. Es imposible encontrar este tipo de madera en otra parte que Estados Unidos.

SL: Estados Unidos fue históricamente una tierra de asilo para los cubanos.

EL: Efectivamente, Estados Unidos siempre acogió al exilio cubano durante diversas etapas. Sobre el primer exilio, anterior a 1868, y después del Grito de Independencia, la documentación más rica se encuentra en Estados Unidos.
Por otra parte es imposible contar la historia de Cuba sin hablar de Estados Unidos. Del mismo modo, es difícil evocar la historia de Estados Unidos sin mencionar a Cuba. Las tropas cubanas salieron de La Habana para ayudar a Estados Unidos en su guerra de independencia contra Inglaterra, cuando Cuba todavía era colonia española. Las fuerzas cubanas combatieron en Estados Unidos y se encontraban en Georgetown al lado de George Washington. Debemos agregar también que durante la Guerra Civil de Estados Unidos el puerto de La Habana se convirtió en refugio para la gente del Sur que reparaban sus armas aquí. Recordemos que en la época en Cuba existía un régimen esclavista.

Hay una bella relación literaria, intelectual, personal. No se puede hablar de la historia de José Martí, de la fundación del Partido Revolucionario Cubano, ni siquiera de Fidel Castro sin mencionar a Estados Unidos. Es un punto de referencia. Es inevitable hablar del papel que desempeñaron muchos patriotas de Estados Unidos a favor de la independencia de Cuba. Incontables jóvenes americanos sacrificaron su vida por Cuba. Muchos americanos reunieron fondos, apoyaron la causa de Cuba y anduvieron a contracorriente de la política pro imperial y dominadora del gobierno de Washington.

SL: Evoquemos ahora otro tema. ¿Qué cambios ha traído el turismo a Cuba?

EL: Para un isla bloqueada desde hace medio siglo, vigilada, satanizada, el hecho de que el turismo se desarrolló en Cuba, rompiendo así todas las campañas anticubanas, es motivo de satisfacción. Somos una isla y necesitamos tener un diálogo permanente con el mundo que nos rodea, y todo intento de aislarnos es un error. Los cubanos estamos dispuestos al diálogo. Acosados y asediados por múltiples necesidades, es lógico que al inicio del desarrollo del proceso turístico surjan fricciones y situaciones complejas.

El que trae el dinero siempre desempeña un papel dominante en una sociedad en crisis. No cabe la menor duda. Pero no podemos encerrarnos en una fortaleza de cristal. Por estas razones somos favorables al diálogo, independientemente del hecho de que ello genere recursos económicos indispensables para Cuba, sobre todo desde que algunos americanos pueden viajar a Cuba, gracias a las medidas de flexibilización que tomó la administración de Obama. Por cierto, esas medidas no son las que esperábamos ni las que exige la Constitución de Estados Unidos, pero es un primer paso. Recordemos que Cuba es el único país del mundo que los ciudadanos de Estados Unidos no pueden visitar libremente.
Desde un punto de vista turístico, Cuba es el lugar más seguro del mundo. Estamos abiertos a los turistas de todo el mundo, particularmente de Estados Unidos por razones geográficas. Es cierto que el día que se levante el bloqueo económico, centenas de miles de turistas de Estados Unidos visitarán nuestra isla.

SL: Cuba vive actualmente una época de cambios, de reformas, de actualización de su modelo socioeconómico. ¿Qué vía pretende seguir Cuba?

EL: Cuba, que ha practicado la solidaridad y ha extendido su mano generosa a quienes luchan y padecen, tiene derecho a seguir su propio camino. No traicionamos a nadie. No estamos endeudados con nadie.

Cuba se libera sola y gozará para ello de la solidaridad de todas las personas honradas y generosas de la tierra. Creo que el mejor legado que recibimos de nuestra historia es esa voluntad de ser originales. Se atribuye al maestro de Simón Bolívar haber dicho una vez "Cuando no inventamos, erramos".
Se nos espera a la vuelta de la esquina, como siempre, cada vez que llevamos una batalla victoriosa. Pero no importa, estamos acostumbrados.

El cambio es inevitable. Todo lo que se estanca perece. El pueblo tiene derecho a rectificar sus propios errores, en la búsqueda de la verdad, en la búsqueda de su propio camino. Estoy convencido de que Cuba sigue el rumbo adecuado, sin vacilación.

Desde luego, se pone a prueba la famosa ley de la lucha entre los contrarios, entre los que quieren el progreso y sus adversarios, entre los que quieren levantar las sanciones económicas y los partidarios de esta política anacrónica.

SL: Estados Unidos justifica su hostilidad hacia Cuba por la situación de los derechos humanos y la falta de democracia. ¿Qué responde a ello?

EL: La demos es uno de los más bellos legados de la civilización occidental. Es asombroso ver a Estados Unidos imponer la democracia de Pericles a bombazos en un país del mundo árabe. Creo que en nuestro mundo el derecho a la singularidad es esencial.

Estados Unidos se niega a admitir eso. Quieren homologar al mundo, y particularmente a Cuba, según su propia definición de los derechos humanos.
Dondequiera que un hombre levanta la mano sobre una mujer, donde un guardián del orden público sobrepasa sus prerrogativas, donde una persona es víctima de una injusticia, se violan los derechos humanos.

Uno descubre que hombres que estuvieron sometidos durante décadas a la tortura de los corredores de la muerte eran en realidad inocentes.
Su inocencia a veces se demostró después de su asesinato.

En ese país que pretende erigirse en fiscal, decenas de miles de personas están en prisión esperando un juicio. El sistema bancario y especulativo demostró su capacidad predadora y llevó a la ruina a gente honesta.

Ese país envía a la muerte a sus hijos a una supuesta guerra contra la barbarie. Ese país se parece a la Roma del siglo III.

SL: Estados Unidos dice que el Gobierno cubano da la espalda a los intereses de su pueblo.

EL: Seríamos el pueblo más vil, más cobarde, más mediocre de la tierra, para someternos a una tiranía de cinco décadas sin rebelarnos. Nuestro pueblo se sublevó durante más de cien años en múltiples ocasiones. Primero nos sublevamos contra el ejército español que era uno de los más aguerridos del mundo, con un alto concepto del honor y una determinación a combatir la rebelión de quienes consideraba sus hijos extraviados. La guerra fue larga y sangrienta y conseguimos nuestra libertad, antes de que fuera mancillada por la intervención interesada de Estados Unidos, que deseaba apropiarse de Cuba, como predijo José Martí.

Este pueblo es capaz de encolerizarse, de tomar las armas y de luchar. Somos un pueblo de pasiones. Somos un pueblo hispano y latino y convergen en nuestra sangre muchas sangres.

SL: ¿Acaso la Revolución Cubana no cometió ningún error?

EL: La Revolución misma, como toda revolución verdadera, no puede desentenderse de su propia historia, de momentos en los que puede haberse equivocado. En general se trata de errores graves que cometieron los hombres. No se cometieron en nombre de la idea, sino por los hombres o por la tergiversación de la idea.

En Cuba, el salario de la mujer es igual al del hombre por el mismo trabajo. En Cuba hay todavía muchas personas con prejuicios, pero no hay cuotas para entrar en la Universidad. En Cuba, a pesar de todas las necesidades que tenemos, no hay un solo niño que duerma bajo un puente. Ni un solo niño cubano que trabaja en las minas. Esos son los verdaderos derechos humanos. El derecho a la educación, el derecho a una vida digna, el derecho a la salud.

Nos juzgan a través de una serie de parámetros. ¿Qué puede decir Estados Unidos? No hemos conquistado a nadie. No tenemos las manos manchadas de la sangre de los esclavos del Congo y de los trabajadores oprimidos de África. Los cubanos fueron allí como libertadores y sólo regresaron con los féretros donde se encontraban los restos de sus compañeros caídos en combate.

SL: ¿Cuál sería el mensaje que desearía mandar al pueblo de Estados Unidos?

EL: No tenemos sangre americana en las manos. No hemos cometido ningún crimen. Cuando los ataques de las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001, Cuba ofreció su espacio aéreo a los aviones de Estados Unidos. Fidel Castro condenó sin vacilación el terrorismo. Cuba jamás usó el terrorismo. No nos avergonzamos de haber ayudado a quienes lucharon por su emancipación en América Latina y en el mundo.

Cuando los deportistas americanos vienen a Cuba y se oye el himno nacional de su país, el pueblo cubano se pone de pi e en señal de respeto. Nuestra batalla es un a batalla de ideas. Nos sentimos agradecidos a los ciudadanos americanos que ayudaron a José Martí. Expresamos nuestra gratitud a los americanos que lucharon por l a independencia de Cuba, como Henry Reeve, héroe de nuestra guerra, que cayó en el campo de batalla a los 26 o 27 años. Saludamos a los científicos americanos que pusieron sus descubrimientos e inventos al ser vicio de nuestra nación. Admiramos la cultura americana de la cual tanto tenemos. Nuestro segundo idioma es el inglés.

Creo que si Estados Unidos hubiese comprendido las causas de la Revolución Cubana, habríamos vivido en paz. Cuba extiende su mano amistosa al pueblo de Estados Unidos. Cuba ha expresado por la voz de sus dirigentes que está dispuesta a discutir de todos los temas con el Gobierno de Estados Unidos, pero de igual a igual.

SL: ¿Cómo ve la Cuba de mañana?

EL: No lo sé. Me gustaría poder imaginarla. Pienso que será distinta, no sólo por una ley natural de evolución de la sociedad y de la especie, sino porque los cubanos serán también distintos. Ojalá reciban como regalo ese concepto que nos legaron nuestros padres.

Mi madre me decía a menudo cuando la veía por la noche planchar ropa para darnos de comer: "Yo no me prostituí para criarte". Ojalá las próximas generaciones piensen lo mismo de nosotros.

(Tomado de La Nueva Réplica)

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