miércoles, 14 de enero de 2015

Acuerdo U.S.-Cuba debe ser un impulso para la ciencia

El año ha traído una nueva era en las relaciones EE.UU.-Cuba que está madura para la cooperación científica entre ambos países, después de que el presidente Obama anunciara el 17 de diciembre un relajamiento de las restricciones. Estos cambios tienen que ver con facilitar las solicitudes de visas y hacer más corto el proceso de solicitud para los científicos que deseen asistir a reuniones científicas en EE.UU. o Cuba.

Obama dijo que las restricciones a los viajes entre los dos países se relajarían para personas pertenecientes a una docena de categorías, incluyendo la investigación profesional y las reuniones profesionales y programas educacionales, así como las actividades de fundaciones privadas e instituciones de investigación o educacionales.

La Asociación Norteamericana para el Avance de la Ciencia (AAAS)  dio la bienvenida a la noticia. "Trabajar más estrechamente de manera conjunta permitirá a los científicos de Cuba y EE.UU. compartir  mejor sus datos, identificar y monitorear brotes de enfermedades infecciosas, y desarrollar respuestas más coherentes", dijo el ejecutivo principal de la AAAS, Alan Leshner. Sugirió que estos cambios de política tengan el suficiente alcance como para garantizar una relación científica más robusta con gran beneficio mutuo".

Aunque Cuba es pequeña y pobre en comparación con EE.UU., tiene una fuerza de trabajo científica muy creíble y considerable pericia investigativa de interés para EE.UU., según Michael Clegg, un profesor emérito de ciencias biológicas de la Universidad de California, Irvine, y copresidente de la Red Interamericana de Academias de Ciencias. Señala que Cuba ha realizado una significativa inversión en la biotecnología, desde fines de la década de 1980, y ha tenido gran actividad en el desarrollo de vacunas, así como en tecnologías agrícolas. Adicionalmente, dice Clegg. Cuba tiene un considerable know-how en meteorología,  preparación y respuesta ante desastres, ciencia del entorno relacionada con el manejo de recursos marinos e investigación en la biodiversidad.

"Paso positivo"

Cualquier incremento en el diálogo científico entre los dos países es un "paso positivo". Según Mark Rasenick, profesor de fisiología y biofísica en la Universidad de Illinois en Chicago. Rasenick dice que los investigadores norteamericanos se beneficiarán de la colaboración con sus homólogos cubanos en áreas como mapeo del cerebro, vacunas contra el cáncer, tratamientos con interferón (que fueron abandonados en Estados Unidos, pero que en Cuba se han usado para tratar la hepatitis C y la esclerosis múltiple), así como el tratamiento con factor de crecimiento epidérmico, utilizado en Cuba para tratar heridas recurrentes y crónicas del tipo que sufren los diabéticos, los inválidos y los ancianos.

Además, sugiere que científicos cubanos y norteamericanos podrían trabajar de conjunto en ensayos clínicos. "En Cuba tienen formidables registros de salud y eso podría permitir ensayos clínicos con poblaciones que son muy bien seleccionadas", explica Rasenick. "Eso también los ayudaría a ellos, porque sería una fuente de financiamiento y ayudaría a sus médicos a conocer nuevas terapias".

La nueva política de EE.UU. debiera representar un impulso para la industria farmacéutica de Cuba, según Mavis Anderson del Grupo de Trabajo de Latinoamérica con sede en Washington, DC.

Dice ella que Cuba tiene una fuerte industria biomédica desarrollada en el país porque sus ciudadanos no han tenido acceso a los equipos farmacéuticos y médicos producidos por compañías norteamericanas o sus subsidiarias internacionales. Estas eran remisas a vender sus productos a Cuba debido a onerosos requerimientos del gobierno de EE.UU. para certificar el uso final específico de los productos farmacéuticos y el equipo médico.

"Ahora será más fácil para ellos tener un mercado en EE.UU., al menos para pruebas clínicas, y las colaboraciones e intercambios con expertos norteamericanos en farmacología les permitirá fortalecer su industria", dice Anderson.

Abivax, una compañía francesa que desarrolla compuestos antivirales y vacunas para tratar enfermedades infecciosas como VIH/SIDA y hepatitis B, dijo que la nueva política norteamericana facilitará el acceso a descubrimientos claves de los investigadores en ciencia de la vida en Cuba.

La compañía dijo que hace mucho ha reconocido la calidad de esa investigación que se ha realizado en Cuba durante décadas. Recientemente Abivax firmó un acuerdo con el Instituto Finlay en La Habana, Cuba que le permitirá comercializar vacunas contra el tifus, la meningitis y la leptospirosis en mercados asiáticos y latinoamericanos.

Tristeza del embargo

Sin embargo, los críticos aseguran que la iniciativa de Obama está socavada debido a que el embargo comercial norteamericano de 50 años contra Cuba aún está en vigor. Hasta que no se elimine el embargo, será muy difícil tener entre EE.UU. y Cuba el tipo de intercambio científico que sea realmente "inclusivo y completo", dice Rasenick a Chemistry World.

Rasenick dice que aunque la administración Obama ha facilitado los viajes entre EE.UU. y Cuba, "aún hay que solicitar una licencia, lo cual no es un asunto trivial".

Además, no está claro qué tipo de actividad científica puede seguirse realmente, Por ejemplo, Rasenick dice que es dudoso de que EE.UU. pueda ayudar a construir un laboratorio de investigaciones para estudios conjuntos en Cuba usando el dinero de los contribuyentes.

"Podemos cooperar como científicos y eso mejorará nuestra capacidad para hacer colaboración investigativa uno a uno o reunirnos en pequeños grupos", dijo Rasenick. "Pero en términos de hacer cosas que requerirían dinero, vamos a necesitar que se elimine el embargo".

Clegg, quien fue secretario del exterior de la Academia Nacional Norteamericana de Ciencias, concuerda con que los cambios probablemente serán "evolucionarios  y no revolucionarios", pero sugiere que puede que haya algún relajamiento en cuanto a la cantidad de dinero que se puede gastar en proyectos científicos conjuntos.

Este artículo es reproducido con permiso de Chemistry World. El artículo se publicó originalmente el 8 de enero de 2015.

(Tomado de Scientific American)

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