viernes, 31 de julio de 2015

Las venas abiertas del Congreso UJC*

Por: Harold Cárdenas Lema  

 

Hace 15 años cayó un aguacero torrencial sobre la Plaza del Che Guevara en Santa Clara. Bajo la lluvia estábamos 30 jóvenes que recibíamos el carnet de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y recuerdo el orgullo de tomar ese pedacito de papel que me convertía en miembro. Tenía razones para protegerlo de la lluvia porque tuve que luchar por él y quienes me negaron el ingreso un año antes, hace mucho se marcharon de Cuba. Ese fue mi bautizo de militante y en eso pensaba cuando subí las escaleras del Palacio de las Convenciones invitado al X Congreso, comparto aquí algunas impresiones del evento.

 

Recuerdo el contraste con el congreso anterior porque en aquel entonces Raúl Castro pronunció un discurso que me alegró y avergonzó a la vez. Alegre de ver la herejía en boca del presidente del país que hacía afirmaciones muy atrevidas para el discurso político habitual, avergonzado porque en un congreso con cientos de jóvenes, la persona con más edad en la sala era la que tenía un pensamiento más revolucionario. Esta disparidad que va contra el sentido común y la realidad de la juventud cubana, decía mucho de los problemas internos de la organización y la política en Cuba. Ahora he visto cambios favorables.

 

Un congreso más tarde, soy testigo de intervenciones muy revolucionarias y otras muy conservadoras pronunciadas por jóvenes, la mentalidad no es una cuestión generacional sino de formación. Hubo debates muy interesantes sobre nuestra capacidad para generar símbolos culturales que devienen en ideológicos. Otros abordaron la falta de organicidad entre instituciones que pudieran coordinar esfuerzos, pero también hubo intervenciones que se vieron truncadas.

ujc-x-congreso

La comisión de funcionamiento interno, que tenía mucha tela por donde cortar, vio omitidos o relegados algunos de los puntos más importantes. Cuando una delegada tocó el tema del liderazgo juvenil y lo puso sobre la mesa por unos breves minutos, fue coartada por un funcionario partidista que con un sentido errado de su papel en la comisión se puso a la defensiva y quiso atenuar las críticas que precisamente hacían más creíble y funcional el debate. Como militante creo que la presencia del Partido es bienvenida y necesaria en nuestra organización siempre que no entorpezca nuestro funcionamiento. Por suerte hubo otros ejemplos más felices de perfecta coordinación entre funcionarios de ambas organizaciones políticas.

 

Uno de nuestros mayores problemas es que la UJC ejerce un liderazgo hacia adentro cuando lo más necesario en este momento es irradiarlo. Proyectar el liderazgo a través de sus dirigentes y crear un mecanismo interno que promueva a estos ya sean cuadros profesionales o militantes de la organización.

 

Estuve en la comisión del consumo cultural y sus retos en el ámbito ideológico. Ahí aprendí que “interesante” es el eufemismo utilizado para adjetivar las palabras de quien habló en tono grandilocuente durante 15 minutos sin llegar a decir nada que no esté en una pancarta callejera, por suerte fueron pocos. En general hubo muy buenas intervenciones y actualizadas al momento actual en la política del país, en un nuevo contexto con los Estados Unidos y los desafíos internos que eso implica. Todo este trabajo en comisiones es el desenlace, el verdadero congreso comenzó hace mucho en la base que esperaba ver sus opiniones reflejadas allí y que esta amplia reunión de esfuerzos se traduzca en cambios necesarios si queremos sobrevivir.

 

Lo que ocurre en el Palacio de las Convenciones es también la rendición de cuenta que hacen los delegados a su militancia, de que ellos han canalizado correctamente sus inquietudes, cosa que me consta. Esto es lo que hace creíble y real un congreso pero es imposible lograrlo con fragmentos seleccionados para la TV. ¿Cómo identificarse con tu delegado si nunca pudiste ver qué hizo o no? Siempre se jerarquiza en la televisión las intervenciones más políticamente correctas, más entonadas y por lo general se evita lo polémico que en el momento actual, es lo que los militantes conscientes del estado actual de la organización y preocupados por ella, están buscando en el congreso.

Mientras el discurso político sobre las organizaciones juveniles siga siendo edulcorado y muchos de los desafíos que tiene la UJC están proscritos de la agenda oficial, será difícil mejorar nuestro funcionamiento. Esto es difícil porque los problemas de la organización son tan profundos que pueden ser difíciles de reconocer para los funcionarios que desde hace muchos años trabajan con la UJC pero el futuro de la Revolución es más importante que nadie.

 

El secretariado actual de la UJC tiene conciencia de los problemas, los ha identificado correctamente pero ¿está en capacidad de revertirlos? Muchos de ellos son heredados del pasado, incluso del esquema de organización que creamos con el molde soviético y por suerte el sol tropical pudo aplatanar un poco. Ahora, ¿existen esquemas de los cuales el secretariado no puede salirse? Espero que no porque la magnitud del asunto es tan grande que el comportamiento habitual no nos sirve para nada.

 

La UJC debe tener la capacidad de dar un salto cualitativo en función de sus objetivos, transformándose a sí misma. Esta capacidad de evolución y refundación que tuvimos a principio de la revolución cuando las organizaciones evolucionaban en otras superiores a ella, cuando el Che y Carlos Rafael podía discrepar en público sin “darle armas al enemigo”. Siempre tendremos quien diga que el acoso estadounidense y el bloqueo nos han llevado a esto pero ¿acaso hubo una década más peligrosa que los 60? Hay que cambiar lo que deba ser cambiado y no temerle a las transformaciones a fondo porque esa capacidad de cambio, es el principio de una revolución.

 

Otro tema complejo es la relación de la UJC con el Partido. La militancia observa una subordinación del Buró Nacional respecto al PCC que contrasta con la poca relación real (no formal) que tiene el Partido en la base con la UJC, esto debería invertirse. Los dirigentes de la organización necesitan más autonomía y la base necesita más apoyo y presencia partidista. Además, nuestros dirigentes deben ser designados sin mediación alguna por sus militantes y responder más a la voluntad de la cantera que a orientaciones superiores. La rendición de cuentas a menudo se realiza mirando hacia arriba y no hacia abajo pero esto es un problema generalizado nacionalmente.

 

Esta relación entre ambos es necesaria solo que cuando se convierte en subordinación se elimina la iniciativa de los dirigentes juveniles. Es de imaginar también que se nos vea a los militantes con cierto paternalismo por parte del Partido. Estos rezagos del pasado afectan el funcionamiento y credibilidad de la UJC, le toca entonces al Partido revertir esto y algún otro fenómeno nocivo.   

 

La dirigencia de la UJC necesita que se le conozca mucho más, no sus biografías sino su pensamiento, que necesita ser visiblemente revolucionario y transmitir empatía. La UJC necesita más líderes que muevan las masas y menos cuadros políticos. Necesitamos recuperar la capacidad de movilización que en el pasado tenían otros dirigentes que ahora recordamos con timidez. Esto no significa hacer comparaciones inútiles o enjuiciar a los que en estos momentos asumen las responsabilidades en la organización que otros han esquivado. Lo fácil es la crítica francotiradora pero lo necesario y difícil es ayudar a la solución del problema.

 

Toca entonces trabajar juntos, en función de los cambios necesarios que devuelvan un poco del orgullo dañado que existía años atrás por pertenecer a la UJC. Hay que oxigenarse, romper con protocolos como esa regla no escrita de que el funcionario de más alto rango habla en las conclusiones. Yo espero con ansias el congreso en que sea el hombre común el que diga la última palabra, el trabajador sencillo del puerto o el militante desconocido que vino desde Guantánamo. Romper patrones fijos en nuestras mentes puede servir para hacer de la UJC una organización que represente mejor la vanguardia del país.

 

Existe una juventud revolucionaria en Cuba pero creo que no se está canalizando en nuestras organizaciones. He visto a líderes y revolucionarios jóvenes que por no cumplir los requisitos de lo políticamente correcto y lo dócil, son desaprovechados por la UJC y la FEU. A menudo la obediencia de izquierda termina en serle funcional a la derecha porque se convierte en esquemas que son por definición contrarrevolucionarios.

 

Este Congreso extrañé el discurso que dio Raúl en el anterior pero el encuentro fue sin dudas superior, quizás no supimos transmitirlo pero así fue. Algunos se cuestionan la credibilidad del Congreso pero el hecho de que muchas personas y amigos que respeto estuvieran allí, dice mucho. Allí me sentí, como dice un amigo, parte de algo. Llevo meses pensando en cómo escribir este post y la única manera de hacerlo es con cierta crudeza y desnudez política. Así que estas son las venas abiertas del Congreso UJC que son también, las de mi organización.

 

*Tomado de La Joven Cuba (http://jovencuba.com/2015/07/31/las-venas-abiertas-del-congreso-ujc/)

 

 

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